martes, 13 de abril de 2021

13/4/21 Memorias de un descarnado (11-29). Por Deéelij

 

13/4/21

Memorias de un descarnado (11-29). Por Deéelij

          El alumno acopló la espalda al respaldo de la silla. Respiró hondo queriendo, con el aire inhalado, deshacer cualquier nebulosa que su inconsciente pudiera, en forma de telón impenetrable, ocultarle en la introspección solicitada. Cerró los ojos, centrando toda su atención en el interior de sus recuerdos. Inició el proceso desde lo más nimio, desde los procedentes de la infancia, hasta los actuales. Encadenaba sucesos e incidentes, frases y dichos, consejos y advertencias, acciones y reacciones. Volvió a aspirar con fuerzas. Analizó cada centímetro cuadrado de vivencias que la película de su extinta vida grabó. Pero nada ofrecía alternativas viables. ¿Se estaría anulando? No, se dijo convenciéndose: tan solo no has realizado la derivada correcta. La incógnita se mantiene.

    ¡Vamos!, insistió procurando encontrarse. Sabes que eres inteligente, puedes descifrar el enigma. ¡Puedes! ¿Qué es lo que realmente estás escudriñando? ¿Qué has aprendido hoy? Fue la primera pregunta que me hizo Pitt. Quizá en ella estaría la clave. ¿Qué le habían transmitido durante el día que fuese relevante?

    Siguió cotejando los datos que fluían… Como una luz, su computadora mental abrió una ventana: un resquicio que en principio podría parecer una solución grotesca, pero que era la única que hasta el momento quiso aparecer. ¿Será esto? Esperó. La búsqueda interna se perpetuó animadamente. Descartó posibilidades. Eliminó lo absurdo, la sinrazón. Tan sólo aquella luz ofrecía una pesquisa real. Decidió realizar una exposición. Total, como solía decir: ¿qué puedo perder?

      -     De acuerdo Pitt. Déjame exponer algo. Es lo único que he considerado lógico. Y te aseguro que le he dado vueltas al asunto. Verás – iniciaba inclinando todo su cuerpo hasta colocarse al filo del asiento provocando que las patas traseras de la silla quedaran en el aire –. Al llegar a tierra abriste la carlinga soltando una pregunta: ¿qué tal la clase? Luego, aquí has lanzado otra sin desperdicio al principio: ¿qué has aprendido hoy? Y tú no eres de los que gastan saliva en balde. Recapitulando, esta tarde en el aire con Pal tuve un mal entendido. Ella aclaró la diferencia entre el contenido de la clase y lo que es el aprendizaje de las reglas de vuelo. Ello ocurrió porque confundí lo que me contó a propósito de un hecho de su vida para que captara mejor ésta cuarta norma, mientras que el contenido de la clase era la práctica de la relajación e introspección hasta llegar a la plenitud de mi Ser y poder dirigir el aparato de mi vida sin maniobrarlo con mi cuerpo, sino con el pensamiento postulado desde el Ser.

     -     ¿A dónde quieres ir a parar?  ¿No estás desviando el tema?

     -     No, en absoluto. Permíteme seguir, ya sabes que todo tiene un porqué. Pal relató que el escollo que le condujo a Nairda fue su falta de autoestima al no haberse sentido… bueno, la historia ya la conoces por ella ¿Me sigues hasta aquí?

     -     Continúa. A ver a dónde nos conduce esto; tenemos todo el tiempo del mundo.

     -   Deduzco, por tanto, que en la misma medida que ella obtuvo ese resultado del trato percibido, yo conseguí justo lo contrario. Fíjate, y ahora llega la conclusión del análisis que espero sea el que necesitamos para seguir escalando hasta llegar al final de esa escalera que, como ejemplo gráfico, mencionaste antes. Desde que tengo uso de razón, puedo asegurar que yo fui tratado de forma totalmente distinta a la de Pal desde el nacimiento. El ejemplo es, concretamente, mi padre, pues, aunque mi madre siempre constituyó un ejemplo de virtudes adornándonos de buenos consejos, mucha ternura y cariño; el espíritu vital, el impulsor de la familia, lo forjó a cada instante su marido. Ambos se compinchaban perfectamente, cada uno en su papel. En casa éramos tres hermanos, yo el mayor, y, como consecuencia, al que se le inculcaba más responsabilidad y ejemplo. Tuve que cuidar de mis hermanos en multitud de ocasiones, y cada vez que quedaba en casa a cargo de todo, mi padre siempre me hacía la misma pregunta: ¿por qué nos sale todo bien en la vida? La respuesta la teníamos grabada a fuego en nuestra conciencia, la habíamos repetido miles de veces, y estábamos convencidos de ello: porque nos lo merecemos; porque somos cada uno lo más importante de papá y mamá. Tal “adoctrinamiento” ha sido el auténtico impulsor de mi coraje y fuerza para alcanzar cualquier meta auto propuesta. Ahora, como nunca, puedo dar las gracias a ellos por inculcarme ese valor concreto. ¿Hemos subido un peldaño Pitt?

     -     Desde luego que sí  confesó socarrón –, unos cuantos de golpe…

     -    Uff, creí que no daría con la tecla. Ya iba a pasar toda la noche indagando y dando vueltas a mi vida. ¡Aleluya! – concluyó levantándose de un brinco y alzando los brazos sarcástica e irónicamente a la vez.

     El estallido de risas fue mutuo. El ambiente apelmazado por la indagación preliminar y la exposición subsiguiente del aventajado alumno se había distendido de súbito.

     -     De acuerdo entonces. ¿Eres capaz de establecer un corolario tras tu deducción?

     -   ¿No sería un atrevimiento por mi parte? Después de todo, tú eres el instructor, y yo, el alumno.

     -     Precisamente por elloLánzate, seguro que lo harás bien.

     Otra vez se veía avocado, sin ser forzado, a realizar un discernimiento que nunca, antes, solía recabar en su antigua vida. Quizá, pensó, esto era algo que también debía aprender. Solía saltar de un lado para otro sin extraer las consecuencias de sus acciones. Un claro se describía en el océano de nubes por el que danzaba. Otra ventana se volvía a abrir en su interior. Una cosa era obrar por razones, y otra muy distinta hacerlo con razón.

-          Bien Jefe, intentaré sorprenderte –dijo convencido.

     Pidió papel y algo para escribir, materiales que solícitamente puso en sus manos Pitt. Apuntó varias frases, unió algunas palabras de cada una de ellas, enlazó ideas, y creó al fin algo que presumía podría ser plausible.

     -    A ver si te gusta: uno se merece lo que cree merecer; siempre que lo crea y cree a nivel mental, lo verá; pero siempre que sepa que él es la causa que lo genera. Por tanto, el motor de su merecer se contiene en el pensamiento que lo crea desde su Ser, desde su totalidad y plenitud – se quedó esperando un vítore.

     -    ¿Y…? – inquirió Pitt sin inmutarse, incitándole a seguir acompañando con el gesto de sus manos abiertas.

     -     ¿Y…? ¿No te parece poco? ¿No está bien?

     -   Vamos pilotillo, estás a punto de escalar la montaña; queda nada; piensa un poco; sólo algo más; ya casi lo tienes – concluía, sonrisa en ristre, asiendo la jarra que contenía su gustoso té de fruta.

        ¿Y…? se dijo Jano, reflexionando. Este Pitt hoy conseguirá dejarme sin neuronas de segunda generación. Nací de nuevo hace tres jornadas, y está apunto de machacarlas, todas de un tajo, con tanto ejercicio metal. ¡¿Y…?, me dice! ¡¿Qué más quiere que diga?! ¡¿Acaso hay más?! Este era su refunfuñar interior contra el Jefe de Instructores cuando el mismo le sacó de sus cavilaciones y quejas.

     -       Hay una cosa más, lo esencial, lo que engloba a todo…

     -      No lo hagas otra vez  profirió Jano malhumorado –  no me leas la mente ¿Quieres?

     -      Lo siento, no lo hago. Ya sabes cómo son esas reglas, sólo se puede leer cuando tú la abres voluntariamente o te diriges a esa persona. En este caso me estabas hablando con tu pensamiento. Venga, un pequeño esfuerzo y concluyes poniendo la guinda. No me creo que no seas capaz. ¿O no?

     “Touché”. Pitt le había dado en su amor propio. Ahora sí que no consentiría en cejar en su empeño. Lo alcanzaría, aunque le costase toda la noche. El acertijo hervía en su interior.

    Desde que he llegado todo se reduce a eso: a un puro juego adivinatorio, –se decía Jano conjeturando–. He ido saltando de una regla a otra. Ha sido divertido en muchas ocasiones, otras han costado algo de esfuerzo, pero parece que ésta es la peor de todas. Y eso que no constituye el famoso escollo por el que todos llegamos hasta este lugar. Sólo pensar cuál será el mío me da miedo. ¿Cuál será mi problema? No, no, mejor no seguir por ahí. Dejaré que eso llegue en su momento, ahora toca resolver este galimatías. ¿Por dónde empezar, si es que había que recurrir a un hacer, en vez de a un estar en el Ser?

     Veamos – continuó elucubrando, perfilando –. Le falta algo a ese corolario. ¿Un resumen final? No. Un corolario no necesita un resumen: se demuestra por sí mismo. Tampoco necesita de otro corolario. ¿Un axioma? Tampoco parece que sea la solución. ¿Qué está esperando éste…? –  interrumpió la pregunta interna; sí se la dirigía a Pitt él le volvería a leer la mente, y eso era lo que menos deseaba –. ¿Qué narices le falta a esto? ¿Una explicación? Tampoco, resulta inconcluso.

     ¡Ya está! Prorrumpió en una eclosión neuronal. De la palabra inconcluso extrajo la de conclusión. Esto es lo que le falta a mi corolario: Una conclusión, no una explicación. Algo que une y ata. Es como el pescado que se muerde la cola. Lo pillé.

     -     Lo tengo Pitt. Lo tengo… –  aclamó eufórico. Estaba absolutamente convencido de haberlo conseguido.

     -      ¿Y a qué esperas? Suéltalo.

     -      Es realmente fácil, sinceramente creo que lo tenía que haber alcanzado antes. Déjame empezar por enunciar el corolario – él con agrado le devolvió una mirada de asentimiento y conformidad, testimoniando su seguridad en el final de sus deducciones –. Veamos, si uno se merece lo que cree merecer; siempre que lo crea y cree a nivel mental, lo verá; pero siempre que sepa que él es la causa que lo genera. Por tanto, el motor de su merecer se contiene en el pensamiento que lo crea desde su Ser, desde su totalidad y plenitud”resultando, como consecuencia, si así queremos llamarlo, que, “cada una de las reglas no es independiente de la otra, sino que se interrelacionan entre sí para poder funcionar. O lo que es lo mismo, lo que me exigías antes, la conclusión: ninguna regla funciona si una falla” – Pitt mostró una expresión aprobatoria sin equívoco e intentó hablar, pero el ánimo de Jano no acogía la opción de verse interrumpido en un momento que consideró tremendamente satisfactorio solicitando con sus manos paciencia –. En definitiva y gráficamente expuesto, las normas de vuelo son igual que una cadena; ésta siempre cumple su función mientras que cada una de sus piezas mantenga su posición. ¿Qué, es o no es lo que querías escuchar?

     -    ¡Perfecto! – manifestó Pitt acompañando de aplausos sus palabras.

     -   ¿Esbozaste la posibilidad de que no concluiría? – indagó con vehemencia el creído, ahora, alumno.

     -     Bajo ninguna circunstancia, pero…

     -   ¿Ves? Siempre lo consigo, soy el mejor. ¿Ves? ¿Ves? – la alegría le embotaba. Dejaba de estar consciente del alboroto formado; parecía haber conquistado el primer premio de alguna lotería, más que tener en su haber el logro de descifrar las claves con las que dirigir su vida.

     -   ¡Jano! – Pronunció Pitt sólidamente, captando al completo su atención –.  Déjame terminar. Tranquilízate; no te enarboles tan rápido. Has obtenido un triunfo notable, de acuerdo. Has captado a la perfección el sentido de las cuatro primeras normas del vuelo, y, además, enuncias la concatenación existente entre ellas y la paradoja que encierra su articulación y correcto funcionamiento para obtener la armonía en su fin. Sé que estás en condición de digerir lo que no pude concluir hace unos instantes. Has de captar que todos los alumnos alcanzan la misma cognición. No eres el único. Pero, y déjame concluir… – apuntaló ante las señales evidente de volver a cortar la comunicación – Sí, he de reconocer, como anteriormente he mencionado, que estás progresando a muy buen ritmo. Espera, espera…– advertía, de nuevo ante otro intento de Jano por tomar la palabra – ¡Mira que eres impaciente a veces! Quiero que entiendas, en profundidad, que hasta ahora todo ha podido parecer fácil o rápido; no obstante, el gran problema lo encontrarás cuando tropieces con el denodado y fatídico escollo que te ha conducido a Nairda. Es, o será, ese momento el principal; y para ese preciso instante has de estar preparado. Por eso era preciso aventurarte hoy en estos conceptos, dado que es imprescindible tenerlos bien aprendidos para cuando llegue tu particular infierno. ¿Entendido?

     Y tanto que lo estaba. Tenía razón, le conocía mejor de lo que había imaginado. Segundos atrás, estaba encumbrado en su conquista; ahora, sumido en la advertencia de un posible desastre. Aquello le desasosegó.

     -    ¿Cuándo será eso? ¿Cuándo tropezaré con mi personal obstáculo? Seguro que tú sabes el momento y a qué atañe. Vamos, Pitt, dímelo.

     -    Eso es algo – decía negando con la cabeza –  que no forma parte de la instrucción. Cada cosa a su momento, todo a su hora. Tú lo percibirás. Es como saber que llueve, así de simple.

     -    Con Pal fue distinto, ¿no es verdad? – argumentó reprochando sin otro recurso y a modo de chantaje.

     -   Sí, lo fue. Pero con cada alumno es diferente –proclamó con rotundidad  –, ninguno es igual. Y al adiestramiento se accede acorde a las circunstancias individuales, personales e intrínsecas que componen la esencia propia de cada Ser sin que deje de ser igual al Todo del que forma parte – Pitt matizó un breve silencio queriendo conquistar la voluntad inquebrantable del alumno – Creo que es hora de dormir un poco. Mañana será un día intenso, imagino – concluía dejando su sillón vacío y girando al levantarse, dando fin a la conversación – ¿Prefieres ir a pie o en jeep a la residencia?

     Jano frenado ante la actitud expuesta, percibía, con la exigua lucidez que le restaba tras una jornada tan intensa, el momento adecuado para obedecer sin rechistar. Mañana encontraría argumentos, si era posible, para atacar con la caballería suficiente y conquistar la información que requería. No le apetecía nada encontrarse de bruces con su peor enemigo, desconocido aún, pero con toda probabilidad, experimentado en su anterior vida. Debería realizar un ejercicio de auto análisis desentrañando, si era posible, la razón que le impulsó hasta esta dimensión.

     -   Prefiero, si no te molesta, dar un paseo. Quisiera disfrutar del frescor de la noche, creo que me ayudará a conciliar el sueño y despejar la mente. ¿No te importa?

     -    Al contrario Jano, eres libre de hacer lo que consideres oportuno – remató abriendo la puerta  –  Que descanses. Buenas noches.

 Posdata:

En el artículo del día 1 de diciembre (Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre. III Parte) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en psicoterapia, que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional, siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán, pues mis tiempos están contados, para seguir en esa labor. No se trata de dar una formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su correo profesional:  terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es

Para las actualizaciones de Todo Deéelij y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com

Nota a la posdata: si quieres recibir esta ayuda terapéutica más vale que te comprometas contigo mismo, pues es exigente. Sólo apto para valientes y no timoratos.

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12/4/21

Caminando a ciegas (Proyecto “La Física de la Espiritualidad”: 15)

 


Nikita Jruschev dijo en un Comité del Partido Comunista, que Gagarin, cuando “estaba en el cielo, afirmó que no vio ningún dios allí”. El bulo se ha atribuido al cosmonauta desde entonces.

 

Complejidad

El término “Complejidad dinámica[i] no se emplea en el lenguaje religioso ni teológico, así que no se podrá encontrar en ese tipo de textos. Procede de la filosofía de la ciencia y, en concreto, de la ciencia de los sistemas, pero es lo que mejor describe, a mi juicio, aquello de que “los designios de Dios son inescrutables” o que “Dios escribe derecho en renglones torcidos”.

La mente imbuida del deseo de que sus planes salgan bien, o lo que es lo mismo, estructurada sobre la base de que ella es dueña de su destino, salvo honrosas excepciones de personas capaces de pensar a largo plazo las consecuencias de sus acciones, sólo piensa en el beneficio casi inmediato de sus actos. Es verdad que de jóvenes tenemos eso que llamamos ideales, vocaciones, planes de futuro, cuentos de lechera por los que nos imaginamos esto y aquello, pero en general, nuestros actos, la mayoría de las veces los planteamos con efecto inmediato. Y, sobre todo, nos cuesta mucho trabajo imaginar el largo plazo, entre otras cosas por algo muy importante que nos lo imposibilita, la incertidumbre.

Puede que conozcamos el pasado o nuestro propio pasado, en su caso, pero nos cuesta mucho, a partir de él, proyectar lo que pueden generar nuestros actos, más allá de un determinado horizonte temporal. Es por ello, basándonos en el socorrido “más vale pájaro en mano que ciento volando”, preferimos aprovechar las oportunidades de efecto inmediato o a corto plazo, satisfacer nuestros deseos próximos que embarcarnos en proyectos cuyos resultados los veremos a muy largo plazo, que a saber…

La razón de esta incertidumbre es la cada vez más intensa y acusada complejidad dinámica de la vida. Y tanto más cuánto más nos situamos en el mundo actual, en el que, en medio de una sociedad aversa al dolor, líquida e imprevisible, es cada vez más difícil saber cómo se van a desarrollar los acontecimientos. De esta forma, que “nuestros planes salgan bien”, es cada vez más debido al propio azar, y desde luego, cada vez menos debido a que Dios atienda nuestras súplicas, si es que en eso ponemos nuestra confianza, en que Dios, Jesús o María, atiendan a nuestros deseos a base de rezos suplicantes, sacrificios y penitencias.

En otras palabras, si el alma ingenua y su hermana la mente sienten su enamoramiento o desilusión en base a la Divina satisfacción o frustración de sus deseos, es claro que la desilusión vendrá más temprano que tarde.

El paroxismo de la simpleza es subir al cielo (en una nave espacial) y, al no ver a Dios allí, concluir que Dios no existe.

La complejidad dinámica es una propiedad de la vida por la que los efectos a corto plazo de una determinada acción van a ser distintos de los que se puedan producir o en los que vayan a desembocar a medio y largo plazo. La razón es la “complejidad”, término que alude a la múltiple interacción de multitud de variables que influyen en el desarrollo de los acontecimientos. Es decir, cuando nosotros tomamos una decisión y hacemos algo o vivimos un determinado evento, más allá de los efectos inmediatos, hemos provocado un conjunto de reacciones en cadena que, en el extremo, pueden ser determinantes del resto de nuestra vida.

Algo tan fundamental en nuestra vida como es el encuentro con nuestra pareja, nuestra persona amada es un simple fruto de la casualidad, como aparentemente casual es la flecha del enamoramiento, tal como un primer encuentro completamente imprevisto. Cada cual puede repasar su pasado y comprobará hasta que punto su vida está marcada para siempre por un conjunto de “bifurcaciones”, que nos obligaron a tomar una u otra dirección y, dependiendo de las que fueron tomadas, ha dependido nuestra realidad actual.

Decididamente, el control que tenemos sobre esas bifurcaciones y sobre la complejidad de la vida, es literalmente nulo, vivimos en una espesa nube de desconocimiento, de ignorancia de la realidad. Pero sucede que, a pesar de todo, estamos tomando de modo continuo y bastante alegremente, conclusiones que se basan en razonamientos tan infantiles como el de Gagarin y decisiones que tratan de responder a nuestros deseos, previendo solamente los efectos inmediatos, porque nos es imposible penetrar en el futuro, porque la extrema complejidad dinámica de la vida nos lo impide.

En nuestro encuentro con Jesús, lo que hacemos es incluir a Dios en la ecuación de nuestra vida de una forma mucho más consciente que en la simple práctica religiosa. Le sentimos en lo más profundo de nosotros. María, nuestra bella durmiente, es despertada con un beso y comienza a sentir los amores y las mercedes de la misericordia de Dios, reflejada en que inicialmente, gracia a sus plegarias, sus planes le salen bien, hasta que le dejan de salir bien. La cuestión radica en que, al ponernos en manos de Dios, y decirle (de boquilla), que nos ponemos en sus manos, en realidad, Él comienza a influir en el devenir de nuestras vidas; actúa según su lógica, y no según la nuestra. Suavemente nos introduce en un modelo de aprendizaje espiritual basado en enseñarnos a dejarnos amar por Él y, ese proceso pasa por tener que aceptar que sus planes sobre nosotros difieren de los nuestros sobre nosotros mismos. Y algo más.

Nosotros no incorporamos en nuestro razonamiento ni en nuestras decisiones la extrema complejidad dinámica de la vida, porque la desconocemos, pero Él sí la incorpora, porque sí la conoce  y conoce cada una de las siete mil carambolas que han de suceder para que su voluntad obre el beneficio que proceda en nuestra vida. Pero lo único que vemos nosotros es que nuestros planes, los que le hemos pedido, nos ayude, no han salido bien.

Si del Universo, de la vida en La Tierra y de nuestro mundo, a penas sabemos una pizca, de Dios, no sabemos nada. Así que si hasta en las cosas más domésticas, la complejidad dinámica nos sobrepasa, en entrando en los dominios de Dios, la famosa nube del desconocer anula completamente nuestra capacidad de saber.

La desilusión es inevitablemente útil para tomar consciencia de que nuestra relación amorosa con Jesús exige el abandono de nuestras exigencias. Todo pasa porque aceptemos la realidad del “Fiat voluntad tua”, hágase tu voluntad. Porque aceptar esa “tu voluntad”, inevitablemente nos obligará a aceptar que la nuestra, nuestra voluntad, pase a un segundo plano, en la medida en que contraste con la suya. Y hemos de comenzar a aceptar esa desalineación, resignándonos a que no se haga nuestra voluntad, sino la suya. Y mientras tanto “guardar todas esas cosas en nuestro corazón”.

Aceptar su voluntad, nos hace experimentar, poco a poco, la Paz y el sosiego de esa música callada que supone vivir el Plan de Dios, y sobre todo, aceptar su voluntad, tiene en nosotros el efecto de sentir la potente violencia del vuelo del águila y sentir el aire y el vértigo de volar a su grupa; e ir comprendiendo poco a poco que, más nos vale dejarnos amar por Él, antes de querer nosotros meter la pata y fastidiarla.

Y todo consiste en “poner a Dios en todo lo que hagamos, para así poder verle en todo lo que nos suceda” coincida o no con nuestros planes, hasta que estos, los nuestros, sean simplemente los suyos. Esta es una filosofía de vida antagónica con el egocentrismo.

Por las umbrías gallegas

En adentrados en Galicia, el Camino deja de ser abierto, claro y luminoso, aunque recto y desesperadamente plano, para convertirse en senderos de infinitos toboganes de sube y baja, con alta probabilidad de ser brumosos, con niebla y resbaladizas “corredoiras” por efecto de la pertinaz lluvia. Aquí se hace imprescindible buscar las flechas amarillas, porque a veces, es la única forma de saber que no nos hemos perdido, porque nuestra capacidad de ver lontano, a veces no supera los veinte metros.

Es lo que tiene entrar en las profundidades de Dios, aventura que es inútil, si lo hacemos con una mentalidad tan infantil como la de Gagarin (Jruschev), y ver que en la exosfera, más allá de la Línea de Kármán, no está Dios.

Una jornada gallega envuelta en espesa niebla y con agotadores toboganes, puede suponer una prueba mucho más dura que la tediosa etapa de Carrión de los condes a Sahagún de 40 km. Porque es irritante no ver y tener que estar buscando desojados las flechas amarillas para no perderte.

Pero a veces, esa flecha amarilla no aparece en nuestro horizonte, y esos signos que esperamos de Dios callan.

A dónde te escondiste, Amado, salí tras ti clamando y eras ido…

El clamor del alma

Uno podrá pensar que estos razonamientos son válidos en la esfera religiosa, de los místicos muy subidos en la oración. Pero hasta el ateo más recalcitrante, hasta el marxista más de libro, siente la desesperación de que el Amado se esconda y le deje allí clamando como el ciervo herido.

Y es que, algo que sólo se descubre al haberlo pasado, es que cuando el muro que separa la mente del alma, cuando Marta y María se ignoran, aquella no es capaz de comprender ni tomar consciencia de lo que esta ni necesita ni siente, y así, mientras Marta puede estar convencida de que Dios no existe, porque ningún astronauta da fe de haberlo visto tras la Línea de Kármán, María puede estar clamando porque el Amado es ido.

Esta es la gran tragedia del ser humano, la esquizofrenia físico-espiritual que viven en su interior, razón por la que su vida se convierte en un continuo “caminar por cañadas oscuras”. Y así, mientras el alma clama por su Amado, Marta se tira de los pelos por no saber cuál es el último decimal del número Pi o cuántos copos de nieve tiene una gran nevada. Y todavía es más trágico aún es no tomar consciencia de que caminamos (todos) por cañadas oscuras en esta vida. Así que la diferencia entre un ateo y un creyente, es ser consciente de la oscuridad vital que nos envuelve a todos. Mientras aquellos sólo creen que pueden contar con sus propios recursos, ignoran el sentido que tienen las flechas amarillas, estos, son conscientes del valor que tiene encontrarlas y seguirlas.

Es por eso por lo que, la fe no es sólo creer en algo, aceptar y dar por cierto el sueño del Planeta, el sueño de la Iglesia, sino confiar en Aquel en quien se supone creemos.

La mente puede llegar a creer, pero el alma confía. Si la mente cree pero el alma no confía, de nada sirve la fe, salvo para dar discursos vacíos, aunque dialéctica y teológicamente impecables.

Esto les pasa a los fariseos de comunión diaria, que diría mi padre. Al menos eso sucedía en los años cincuenta y sesenta en el esplendor del nacional catolicismo. Ahora no hay que ir a misa por el “qué dirán”, casi es todo lo contrario.

La gestión de lo complejo

Y aquí volvemos al problema de la complejidad, atributo general de los devenires de este mundo, pero aún más complejo en los devenires de la vida interior.

Si para muchos puede ser desesperante no conocer el final del número Pi, lo es mucho más no conocer el sistema de bifurcaciones que se entrelazan en la vida, y que sólo Dios conoce, para desesperación de los ateos.

Y si algo impresiona de ser sorprendentemente complejo es la “lógica de Dios”. Esta complejidad es aplicable a muchos aspectos de la vida, pero uno que ha sido y es al menos para muchos de nosotros, desesperante, es la comunidad de fe, las personas que supuestamente creemos en Jesús, versus los que no creen. Que la cosa no es tan dicotómica como uno pudiera creer. Me refiero a esa división maniquea entre “los unos y los otros”, entre los buenos y los malos, entre fieles e infieles, creyentes y no creyentes, judíos y gentiles, gitanos y payos, fachas y rojos. Es decir, ideologías levantadoras de muros. Como dice Consuelo Martín, “la verdad une, pero la mentira separa”. Todas las ideologías que nos obligan a levantar muros, a veces irreconciliables entre seres humanos, por definición son falsas. Y si los humanos somos expertos en levantar muros entre “nosotros, los nuestros” y “ellos, los otros”, donde ha sido y es especialmente doloroso y sangrante es en la esfera religiosa.

Dicen que a lo largo de la Historia, más se ha matado en el nombre de Dios que en el nombre del diablo. Puede que sea una exageración, pero esta exageración revela, hasta qué punto las peleas religiosas (como las políticas) han despertado los peores instintos.

Jesús vino a derribar estos muros, tirando por tierra todo aquello que contaminara la relación del hombre con Dios y, mira, le mataron como un malhechor, porque amenazaba a la casta sacerdotal de arruinarles el negocio religioso. Y si sus seguidores formaron inicialmente comunidades de amor, como manifiesta la “carta a Diogneto” (anónimo del año 158DC: https://www.primeroscristianos.com/carta-a-diogneto/), con el tiempo, tal y como predijo el propio Jesús, la cizaña contaminó los campos de trigo, convirtiendo a los cristianos en algo cada vez más alejado del origen, con una jerarquía que se hizo dueña absoluta de vidas y haciendas.

La Iglesia católica está perfectamente dividida en línea y staff, siendo el staff. El 1% de clero con sus reglas canónicas y la línea, el 99% de personas mansamente dirigidas por el 1%. Pero ha sido tanta la influencia del staff en la vida de los cristianos, que un día me dio por examinar el santoral y me pude dar cuenta de que, más o menos,  del conjunto de santos canonizados, el 99% forman parte del clero y el 1% de los feligreses. Y por otro lado, el predominio del hombre sobre la mujer también ha sido abrumador, con un 80% de santos varones sobre un 20% (más o menos) de santas. En realidad este esquema se repite en todas las organizaciones humanas (nobleza vs plebe, élite vs sociedad).

A lo mejor exagero (probablemente), pero sólo desde el Vaticano II, la Iglesia ha reconocido que no solo cuenta el clero, sino también el pueblo. Pero es por ese predominio aplastante del clero frente a los fieles, lo que ha hecho identificar la palabra Iglesia con ellos, en vez de con todos. Esta abrumadora deriva, calificada por el teólogo Juan Martín Velasco como “eclesiastización de la fe”, en su libro “El malestar religioso de nuestra cultura, 1993”, es lo que nos hace preguntarnos a muchos de nosotros, si esto es lo que Jesús vino a implantar o no. ¿Vino a fundar una religión más? Es decir, ¿dónde está la lógica de Dios en todo esto?

Cuando uno se da cuenta de que justamente el que iba a ser el cabeza de la Iglesia, lo primero que hizo fue negar a Jesús tres veces y que esas primeras comunidades sufrían continuas rencillas, como revelan “Los hechos de los apóstoles” y que Pedro y Pablo, la verdad es que no se aguantaban y, en general, que las luchas de poder se suscitaron desde el primer momento, hasta desembocar en los lamentables cismas y desgarros que han fragmentado el cristianismo en numerosas ramas, facciones y sectas y, el tronco católico ha vivido muchísimos episodios de franca corrupción y, por último, recordamos la parábola del trigo y la cizaña, está claro que Jesús contaba con todo esto. Es decir, contaba con que su Obra y su Mensaje se la entregaba a hombres y mujeres de carne y hueso y que su Comunidad de fe, tenía que recorrer ella misma, como entidad, su propio Camino de Santiago, desbrozando constantemente los campos de la maleza.

Así que en realidad estamos, en relación con la Iglesia, ante la misma situación de cualquiera de nosotros ante la trascendencia, ante la Eternidad. Y lo mismo que nos quía a los peregrinos a Santiago a recorrer el Camino, es lo que guía a la Iglesia a recorrer su propio Camino como entidad. Por eso nosotros, cada uno de nosotros, somos Santos de Dios, de la misma forma que la Iglesia una, es santa, porque camina, a trompicones, pero camina; envuelta en continuos escándalos, pero camina.

Dice Caroline Myss en su libro “Anatomía del espíritu”, que el encuentro entre Oriente y Occidente en lo relativo a la espiritualidad, se produjo a causa de dos hechos fundamentales y coincidentes en el tiempo, la invasión del Tíbet por China y el Concilio Vaticano II. Lo primero provocó la diáspora de los lamas y monjes tibetanos a Occidente y lo segundo provocó el interés de Occidente por lo Oriental. De modo que finalmente, ambas tendencias, de alguna forma se han encontrado y, no es que se haya producido un sincretismo religioso, pero sí un encuentro que a muchos nos ha hecho ver que las filosofías de la Era Axial y el cristianismo, ni mucho menos son opuestas, sino que se conjugan de un modo excelente, hasta concluir que: “Uno sólo existe, que los sabios llaman con diferentes nombres”.

Sólo cuando uno es consciente de que la Divinidad es verdadera si la fe está basada en el amor y la misericordia (“porque tuve hambre y me disteis de comer”) y es falsa cuando detrás sólo hay egoísmo (“porque tuve hambre y NO me disteis de comer”) es cuando la ceguera impuesta por las corrientes religiosas que anteponen las creencias al amor, desaparece y te conviertes en ciudadano del mundo, cuando un cristiano, en la frontera, puede abrazar a un musulmán o a un hindú y éste abrazar en su frontera a un judío o a un católico. Y que todos somos uno, si el amor y la misericordia prevalecen sobre las creencias religiosas.

El término “pagano” (habitante del campo) se empezó a utilizar por la Iglesia, cuando tras la declaración del cristianismo como religión oficial del Imperio, esta comenzó su difusión en las grandes ciudades, tardando mucho más tiempo en llegar a las aldeas del campo, donde los “paganos” seguían con sus creencias “falsas”.

Mientras no dejemos de dividir el mundo en dos (nosotros y ellos), mal nos va a ir. Caminaremos a ciegas, porque todo este entramado de creencias y de “modelos de realidad” son elaborados de la mente que sólo, el Camino y la fatigosa lucha entre la mente (Marta) que se monta todas estas películas (con la inestimable colaboración del “Sueño del Planeta”) y el alma (María), que sólo ve por los ojos del Amado, tiene que desaparecer, como se les cayeron las escamas de los ojos a San Pablo y darse cuenta de la obcecación en la que vivía.

En suma, lo complejo es sólo tal y como la mente es capaz de ver el Mundo. Lo complejo es consecuencia de esa “nube del no saber” (https://www.cartuja.org/wp-content/uploads/2017/07/La-nube-del-no-saber.pdf) que nos obliga a imaginarnos cómo será la maquinaria del reloj sobre la base de cómo se mueven las manecillas.

Al final, purificado el pensamiento de la mente y el corazón, todo esta claro y sí…,

Si uno pudiera atravesar la Línea de Kármán y flotara en el Espacio exterior, sería capaz de ver a Dios, de la misma forma que lo puede ver y sentir aquí, en lo escondido del alma.

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Autor: José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de La Física de la Espiritualidad

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.

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